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miércoles, 9 de julio de 2008

La magia de la guarda



¿Por qué guardar los vinos?

Si es amanta de los buenos vinos, si se interesa por cepajes, terruños, añadas y toda la mística y realidad que acompañan este placer de los sentidos, comenzará a acopiar, casi sin darse cuenta, etiquetas que le llamaron la atención o le fueron recomendadas; cosechas especiales, obsequios de amigos generosos, alguna rareza, novedades y así, invariablemente en algún momento, se verá rodeado de botellas de vinos de diversos orígenes que, por uno u otro motivo, querrá atesorar y conservar para disfrutarlas en el futuro.

¿Cómo hacer?

Primero que nada hay que organizarse y establecer un orden de prioridades, Sabemos que en nuestras tierras los vinos espumantes y blancos, salvo contadas excepciones, no son para guardar más de uno o dos años, por lo tanto, fíjese en la etiqueta o consulte con las bodegas y tenga siempre en cuenta que los años de guarda asignados son en condiciones correctas. Es decir, no espere que después de 5 o 10 años su actualmente exquisito Sauvignon Blanc, con un toque de hierbas, cítricos y ruda, esté igual o mejor, más bien, no lo reconocerá ni lo tomará. Podrá guardar la botella como elemento decorativo y añorar su estado original. Con otras palabras mantenga limitado su stock de vinos blancos y espumantes, disfrútelos tomándolos nuevos y rote las etiquetas con frecuencia. De esta manera, conocerá variedades de cepajes, añadas y bodegas. Recuerde que los vinos blancos y rosados nos permiten percibir sabores muy especiales si se los bebe en circunstancias ideales, solos o acompañando platos adecuados.
El caso de los vinos tintos es otro tema. Aquí sí tenemos posibilidades de extender su vida a 8, 10, 12 o más años, pero también con excepciones: tenemos que considerar si los vinos son nuevos o si ya tienen varios años en botella, si pasaron por madera y cómo, si son varietales o genéricos, cuáles son las cepas que los componen y hasta el tamaño de la botella.
En general tenemos más entusiasmo que conocimientos de enología y nuestra experiencia de somellerie se limita a discernir qué vino nos gusta y cuál no. Por esto, ante la duda, siempre conviene consultar con quien produce el vino que queremos atesorar. Generalmente, cuando los vinos son para guarda, las recomendaciones están escritas en la contraetiqueta, con los años sugeridos. Si no se encuentra este dato, se pueden considerar convenientes 2 o 3 años de guarda en condiciones correctas.
Un buen vino de guarda va a cambiar sus características a través del paso del tiempo. No es cuestión que sea mejor a los 10 años, sino diferente. Usted irá abriendo botellas a lo largo de ese período y va a notar su evolución en sabores y sensaciones, y va acompañar la vida de su vino con la suya propia, esperando con curiosidad cada nueva apertura para disfrutar del placer de reencontrar un viejo y querido amigo.

¿Qué más hay que saber?

Ahora, lo que seguro tiene claro es cómo organizar su stock, pero es entonces cuando llega el momento de resolver cómo conservarlo en las mejores condiciones posibles de acuerdo a sus posibilidades.

(Club del Vino - Septiembre 2006)

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